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Nada pasa, hasta que pasa.

Esta exposición está dedicada a esos instantes en los que algo puede suceder y, en algunas ocasiones, por fortuna, han quedado solo como un momento para el olvido; mientras que, en otras, el desenlace ha sido peor. Cada pieza pretende reflejar todos estos pequeños instantes, esos milímetros, esos escasos segundos que separan un día normal en el trabajo de otros que nadie olvidará por mucho tiempo. Y es que los riesgos son esto, accidentes escondidos a la espera de que un pequeño despiste o de una secuencia de acciones, desafortunada pero evitable, les hagan aparecer. El arte, con su capacidad de eternizar pequeños lapsos de realidad, nos sirve en esta ocasión para que no nos olvidemos de ello y para recordarnos que el peligro es algo que siempre nos rodea.

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Ala de mosca

Dos carriles y dos gigantes en ellos. En el fondo, las mercancías se arrastran unas a las otras a lo largo de la infinita vía del tren. Los gigantes se cruzan con indiferencia, a pesar que la distancia entre ellos es la de un ala de mosca. Solo un soplo de aire, el movimiento mínimo de alguno de los dos volantes o una llamada inoportuna puede desencadenar un gran choque cuyas consecuencias son, por ahora, indecibles. Y el ala de mosca que separa los dos titanes, inapreciable a esta distancia, es el firme testigo y la prueba de que si algo pasa no podremos culpar a la mala suerte